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El Exorcismo De Mi Hermana

“Mi hermana fue… exsorcisada”, susurró Daniel con un tono siniestro, dejando que las palabras se deslicen en el aire como una advertencia escalofriante. En ese momento supe que algo malévolo nos había atrapado, sintiendo cómo una oscura sombra se posaba sobre mí.

Todo comenzó en la fatídica noche de 2002, cuando mi hermana y su amiga decidieron jugar con una copa. Lo que parecía un simple juego pronto se convirtió en un portal hacia lo desconocido. Mientras relataban su experiencia, las luces empezaron a parpadear y un viento helado comenzó a arrastrarse por la habitación, como si la misma casa protestara por los secretos que estaban a punto de ser revelados.

“Al principio nos reíamos”, dijo Daniel con voz entrecortada. “No creíamos en esas cosas”. Pero todo cambió cuando la copa comenzó a moverse sin explicación alguna. “Clemente”, fue el nombre que apareció, y el aire se volvió espeso y opresivo. La hermana de Daniel, María, se unió a la conversación, recordando cómo la risa se transformó en gritos desesperados y cómo su hija empezó a desvanecerse ante sus ojos.

A medida que la historia se profundizaba en los aterradores episodios de angustia sufridos por la hermana de Daniel, mi corazón latía tan fuerte que temí que fuera a salirse del pecho. Los desmayos y las visiones terroríficas eran solo el comienzo,: “Sentía víboras enrollándose alrededor de mis pies”, confesó ella con voz temblorosa, reviviendo el horror que había experimentado. Con cada palabra, la mirada de María se oscurecía más y más, como si estuviera siendo consumida por sus propios recuerdos. En ese momento, todo a mi alrededor parecía encerrarse en una claustrofóbica prisión, mientras que el ambiente se enfriaba hasta alcanzar niveles sobrenaturales.

Desesperados, decidieron pedir ayuda a un cura. Las palabras de Daniel resonaban en mi mente: “Él me dijo que aquí había algo más”. Cuando el sacerdote llegó, dijo, la tensión era palpable. El aire estaba cargado de una presencia ominosa, un sentimiento de fatalidad que advertía que habían abierto una puerta que nunca debieron haber tocado.

“Todo cambió cuando el cura entró”, continuó Daniel. “El aire se llenó de susurros y mi hermana cayó al suelo”. En ese momento, pude visualizar la escena tan vívidamente como si estuviera allí mismo: un altar iluminado con velas, el sacerdote hablando en un idioma desconocido mientras un frío sobrenatural envolvía todo. Me sentí paralizado por esta imagen, incapaz de apartar la mirada.

“Ella no sabía lo que estaba sucediendo”, susurró Daniel. “Pero su rostro… su rostro era diferente”. La angustia en su voz se hizo casi tangible, como si estuviera siendo absorbida por la desesperación. Me encontré preguntándome qué había provocado todo esto. ¿Qué había permitido que esa oscura presencia tomara posesión de su hogar?

La historia avanzaba y cada revelación era más perturbadora que la anterior. La antigua casa, repleta de secretos, parecía cobrar vida propia. Lo que Daniel y su familia sentían no era solo un eco del pasado, sino un ser que se alimentaba de su miedo. “Nunca debimos jugar con la copa”, repetía Daniel, como si intentara convencerse a sí mismo.

“Y ahora”, les pregunté, mi voz sonaba como un murmullo en la penumbra. “¿Sienten que han dejado todo atrás?” La respuesta de Daniel fue un silencio aplastante. La tensión en el aire era casi insoportable. La inquietante verdad era que, aunque la historia parecía haber llegado a su fin, algo aún persistía. La sombra de Clemente seguía acechando, recordándoles que ciertos secretos nunca deben ser desenterrados.

La conversación terminó, pero las palabras seguían resonando en mi mente, envueltas en una atmósfera inquietante. Miré por la ventana y en la oscuridad de la noche creí ver una figura, una sombra alargada desvaneciéndose entre los árboles. Un escalofrío recorrió mi espalda y supe que, de alguna manera, la historia de Daniel y su hermana nunca había terminado. La copa, el juego, la presencia… todo seguía ahí, esperando a que alguien más se atreviera a cruzar la línea entre este mundo y el siguiente.